domingo, 3 de agosto de 2014

El vino de los Cataros



El  aire traía el olor acre de la carne quemada, negras humaredas teñían el luminoso cielo primaveral . Flotando como semillas de diente de león mecidas por el viento miles de partículas de carbonilla chocaban contra su cara.
Oculto  bajo el saliente de una roca veía como su mundo y su gente se consumían en las llamas de la hoguera. Al vuelo atrapo un trozo de ceniza y de sus ojos manaron dos lagrimas.
"Yo Guillem de Sanmarti  capitán de la guardia del Montsegur soy el único superviviente de la cruzada albiguense  a manos del papa Inocencio III."



-Más de cuarenta años de persecución y solo por amar a dios de forma diferente, ¿acaso no somos todos hombres?¿no deseamos todos el amor de dios? ¿Por qué nosotros Guillem?
-Pierre, es bien sabido que a la iglesia no se la puede desafiar. Esto es una caza de brujas, nosotros los retamos con nuestra fe.
-¡nosotros no hicimos daño a nadie! Guillem. por algo nos llamamos Cataros (puros) creemos en el cristianismo más puro y antiguo ese que a la iglesia no le interesa que vea el pueblo. Somos los “bons homs”¡ no hacemos daño Guillen!,¡ no hacemos daño!
-lo se señor, pero esto es el fin de la persecución, ¿cuáles son sus planes?, los quince días de tregua se acaban.
-¿planes? No hay muchas opciones, la huida está descartada doscientas personas son muchas para pasar desapercibidas ante los ojos de los soldados del papa. Abjurar de nuestra fe por salvar nuestro cuerpo físico seria la condena de nuestra alma inmortal.
-señor, entonces ¿que pensáis hacer?
-caminaremos hacia nuestra liberación definitiva, lo haremos felices, cantando y te aseguro que a donde vamos no nos seguirán los soldados papales.
-señor,¿ no pensareis dirigiros a esa horrible hoguera?
-si Guillem, pero estate tranquilo tu estas fuera de esto, para ti tengo otro destino.
-señor soy un caballero Faydit como vos y no pienso abandonaros, si tengo que ir con vos a esa horrible hoguera iré.
-Guillem no hace falta que me demuestres mas tu lealtad, la conozco de sobras por eso quiero hacerte mi último encargo. Tienes que poner a salvo nuestro tesoro. Quiero que huyas esta noche. Esta todo preparado, en ese zurrón tenéis lo mas preciados del pueblo Cátaro. Cuando estéis fuera del castillo lo podréis abrir, dentro encontrareis varios pergaminos con mapas y reseñas del tesoro y uno trozo de piel de gran tamaño, dentro se aloja nuestra más preciada posesión, con el va una nota de lo que debéis hacer.
 Id a recoger vuestras cosas, los soldados están celebrando la tregua y nuestra incipiente muerte. A sí que en unas horas estarán lo suficientemente ebrios para no ver que algo se descuelga por las paredes escarpadas del Montsegur.
-señor.
- una última cosa Guillem, coged ropa de abrigo tenis que cruzar los Pirineos.


A pesar de la jolgorio  por el fin incipiente del sitio del castillo, se mantenían mas de 40 soldados de guardia rodeando la peña del Montsegur. Habían decidido que la cara sur seria la menos arriesgada dado a que su verticalidad era menor.

 Guillem cargado con el zurrón una espada y su ropa de abrigo descendió por una cuerda la cara sur del castillo, esa era la parte fácil ahora había tocado el frio granito a partir de allí tendría que ser sin cuerda solo con sus manos y con el añadido de ser tan silencioso como un lince si no quería ser descubierto. Tenía a su favor y en su contra la luna nueva que hacía que la negrura fura total , no sería visto pero tampoco veía. Era inevitable hacer rodar una piedra.
A pesar del frio de la noche su cuerpo sudaba por el esfuerzo del camino y la tensión pero el peligro casi había pasado liquidaría al soldado y pondría pies en polvorosa. en la aldea le esperaba un buen pastor amigo de los “bons homs" con un caballo.
Pertrechado en su coraza el soldado papal parecía invulnerable pero Guillem sabía que el cuello era su parte más desprotegida. Atacaría por la espalda; con su mano izquierda taparía su boca y con la diestra abriría su garganta con la daga. Con un poco de suerte nadie se enteraría. Tenía todo planeado al milímetro pero no conto con que algo en su cuerpo lo delataría. Su olor.
Fueron muchos meses de asedio y escasez de agua, los cuerpos de los habitantes del Montsegur carecían de aseo y el descenso de la peña había hecho sudar mas a Guillem.
Todo fue muy rápido. Guillen se abalanzo sobre el soldado en cuestión de segundos le tenía la boca tapada y su puñal degollaba la garganta. Pero su olor lo traiciono y el soldado reacciono sacando su daga en el momento en que se abalanzo sobre él, se la clavo en el costado izquierdo de Guillem. Sintió el frio acero penetrar en su carne pero no vacilo y siguió su plan.  El soldado había emitido un último quejido empapado en los gorgoteos de su propia sangre, la daga yacía en el suelo, Guillem lo soltó y el cuerpo callo inerte. Al final todo había salido como lo había planeado, la herida era superficial pero él sabía bien que formaba parte del cuerpo a cuerpo. De camino buscaría agua corriente y  agrimonia cortaría la hemorragia y desinfectaría la herida .
Trastabillando y con piernas temblorosas se dirigió con paso apurado hacia el pueblo que se ocultaba en la oscura noche, una sola luz titilante señalaba las cuadras donde  un caballo le esperaba.
-señor el caballo no parece gran cosa pero para la travesía qué vais a hacer es perfecto, conoce los caminos de los pirineos, los hemos cruzado muchas veces.
-os lo agradezco mucho .
-señor siento todo esto, el Señor Piere siempre fue bueno con todos y nunca hizo daño a nadie lo que pasa es que la gente del pueblo teme a la iglesia.
-quedaos tranquilo FranÇois, habéis hecho mucho más de lo que vos pensáis.
Guillem cogió el caballo y dio la espalda al joven herrero, sabiendo que  jamás volvería a verlo.
-id con dios Guillem.
Salió por la puerta de la herrería y se perdió en la negra noche, atizo a su montura dirigiéndose  a la montaña, se refugiaría hasta que saliera el sol en los salientes de roca en intentaría curar la herida que parecía ser más de lo que suponía.
El sueño lo había vencido y un canto lejano de voces celestiales parecía sacarlo de su sopor, esas voces, ¿dónde estaba?, ¿había muerto? parecían ángeles. Poco a apoco recobro la consciencia y su cuerpo dolorido sentencio su presencia terrenal, la fría roca que hizo de jergón, le había transmitido su humedad y su frio. Incorporado y despierto seguía oyendo los cantos. No era un sueño, no eran ángeles. En el llano en un triste campo de batalla una gran hoguera se elevaba al cielo y hacia ella caminaba un nutrido grupo de personas entonando un alegre cantico ante la mirada atónita de los soldados papales. Guillem creyó reconocer a cada una de esas personas, Piere a la cabeza con un estandarte donde lucia su blasón con la cruz catara.
La temperatura era agradable y el verano había dejado paso a un cálido septiembre. los criados de la masía  caminaban hacendosos de un lado para otro,  era tiempo de vendimia.  Los jóvenes hijos del capataz Arnao y Enriq se dirigían hacia las bodegas  donde su padre los había citado con el resto de los jornaleros para formar partidas de recolectores. Eran los viñedos más grandes y buenos de toda la comarca. había mucho trabajo que hacer. Pero siempre con mucho cuidado y cariño que era la clave del buen vino que obtenían.
Eran los primeros en acudir a la cita de su padre, las bodegas estaban desiertas salvo por un caballo que descansaba postrado al pie de la puerta.
-mira Arnao
El caballo al ver a los jóvenes relincho suavemente sin moverse del suelo agitando su cabeza de arriba abajo. Enriq amante de los animales salió corriendo hacia el caballo.
-espera Enriq, no te acerques puede estar enfermo. La prudencia de Arnao no consiguió frenar sus ansias.
Enriq se encontraba delante del caballo que seguía sin moverse, apenas giraba sus grandes ojos hacia ellos. Arnao se aproximo hasta llegar a la altura de su hermano y consiguió ver lo que él. Una mano salía de debajo de una capa de viaje y se aferraba al cuerno de la silla. Asustados echaron a correr en busca de su padre.
Al momento varios hombres junto con el capataz y el señor de la masia, se encontraban delante de la bodega observando al jinete caído y a su fiel montura.
-no parecen enfermos decía el amo de la masía.
-señor será mejor llamar al galeno Abram.
-sí, manda a uno de tus hijos.
-Arnao, corre a buscar al galeno
Habían conseguido levantar  al caballo destenazando su mano fria del cuerno de la silla. Dos hombres giraron el cuerpo del hombre que yacía boca abajo. Abram se acerco al hombre y lo observo detenidamente.
-no hay peste señor, creo que murió de una herida, hay sangre seca en su ropa. Con manos firmes el galeno fue sacando las piezas de ropa que cubrían al hombre. Era joven y atlético de rostro severo. Debajo del jugon se descubrió una gran cruz de plata con las aspas en triangulo y tres perlas en cada esquina.
-cátaro¡¡¡¡
-eso parece señor.
 al lado de la cruz contra su pecho había un saco de cuero que contenía una carta dirigida a quien hallaría  su cuerpo. Guillem de Sanmarti  no consiguió llevar a cabo el encargo que le había hecho Piere antes de morir. Sabedor de su muerte incipiente de esa puñalada ponzoñosa que le arrebataba la vida día a día escribió un testamento esperando que su cuerpo inerte fuera encontrado por alguna buena persona que consiguiera llevar a cabo  lo que él no logro.
El judío Abram tendió la carta al señor.
-leedla vos galeno.

                   
                  A 8 de septiembre de 1244
Yo Guillem de Sanmarti  caballero Faydit y jefe de la guardia del  Montsegur huyo por   orden  de mi señor Pierre-Roger de Mirepoix, primo del fundador  Raymond de Péreille. Con el tesoro de los cataros para ponerlo a salvo y devolverlo a su lugar de origen. Jerusalén. Si esta misiva cae en manos de un noble caballero ruega proteja con su vida el legado Cátaro. No esperéis montañas de oro por que no es ese nuestro legado. Envuelto en cuero húmedo encontrareis una cepa de vid. Ese es nuestro legado. Esta cepa proviene de Jerusalén y de ella salió el vino de la ultima cena de Jesús con los discípulos. A través del los años se cuido y se custodio como el tesoro que es. Si no podéis devolverla a su tierra de origen plantarla y cuidarla. Multiplicar la cepa y ofreced al mundo el Santo Grial, la sangre del salvador.
                                                                                                                      G.Sanmarti

En los años venideros la cepa catara creció entre las vides del señor de la masía como un vino mas y el cuerpo del caballero Guillem de Sanmarti  fue sepultado bajo  la cepa madre que portaba el dia que fue hallado.

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